Desde siempre, en periodismo, se ha enseñado la importancia de redactar un buen titular. Se trata de una de las primeras cosas que se aprenden en las clases pero que, no todo el mundo, es capaz de hacer. Como todo, hay quien vale para redactar titulares y quién no.

Si se le da tanta importancia a los titulares es porque se trata de la vía de entrada para leer el cuerpo de la noticia. Por tanto, un titular tiene que llamar la atención del lector e invitarle a seguir las palabras que hay escritas a continuación.

Obviamente esto es muy importante para quien redacta una información, pero más aún en el caso de textos que lo que pretenden es, en mayor o menor medida, vender productos o servicios. Hablamos, claro está, del marketing de contenidos.

Un titular meramente descriptivo, en estos casos, no será suficiente para conseguir su objetivo. Por ello es interesante jugar con los dobles sentidos de las palabras, darle una vuelta de tuerca a las frases hechas o poner (mucho) sentido del humor en las palabras.

Un titular puede estar compuesto por hasta tres partes: antetítulo, título y postítulo. En estos casos es recomendable empezar a redactar la parte central y complementar la información con el resto. Una regla de otro es no repetir nunca una palabra del título en el resto de elementos.

El titular debe dar pistas muy claras sobre el resto del contenido y estar relacionado con él. En caso contrario, puede llevar a confusión. Por otro lado, estéticamente hablando, es conveniente que no supere las dos líneas de extensión. Obviamente, debe llevar un tamaño más grande que el del cuerpo de la noticia.

No obstante, recuerda que por muy bueno que sea el titular, si el resto del texto no está a la altura, lo único que habrás conseguido es decepcionar al lector.

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